La condena fue dictada por la Audiencia Provincial de Cantabria, la cual impuso 3 años y seis meses de cárcel al preso, que, tras regresar de un permiso penitenciario, pretendía introducir droga en el complejo (64 papelinas de cocaína y un trozo de cannabis); además, la pena es acompañada por una multa de 3.207 euros, precio que poseen las sustancias en el mercado.
Según el acusado, la droga era para su consumo personal y para otros compañeros, tesis que no fue admitida al carecer de pruebas fehacientes que la respaldasen y “teniendo en cuenta la variedad de las sustancias, su distribución en papelinas independientes y su condición de no consumidor”, sentenciando el tribunal respecto de esta última afirmación que “de ser cierto el consumo de drogas, dicha circunstancia era muy fácil de probar mediante el análisis de sangre, de orina o de un mechón de pelo, incluso con el sometimiento previo a tratamiento de desintoxicación”. Atendido lo anterior, y “ante esta situación no puede construirse la tesis propuesta por el acusado en relación a su ánimo respecto de la droga que portaba, ayuna de toda prueba, no hay autoconsumo ni consumo compartido, siendo el único destino posible su distribución a terceras personas”. Finalmente, es de señalar, que la sentencia no es firme y por tanto puede ser objeto de recurso en instancias superiores. [Kirian Riquelme Saldivia].
Fuente: Comunicación Poder Judicial.
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